ME TOMO CINCO MINUTOS...

… me tomo un té. Y si viene en la taza de Barney (perdon, arney) mejor! Y si encima de yapa hay una bombilla y se puede jugar a hacer burbujas, la merienda se hace eternamente divertida.
Porque aunque Franco merienda en el jardin un ratito antes de que lo vaya a buscar (yogurt, mas galle, a veces leche tambien) la merienda conmigo suena mas a mimo que a otra cosa. Es un momentito donde estamos los dos solitos sentados en la mesa y logramos largas e interesantes charlas. Sí obvio que le facilito las cosas y que mis preguntan apuntan a respuestas simples y monosílabas, como un “si” o un “no”, pero acaso eso tiene importancia? Si el no pide el té, yo se lo ofrezco; y si yo no se lo ofrezco el me lo pide. Porque ese té (perdon, tezito) es el que estoy esperando desde que me voy a trabajar. Contando los minutos para sentarme frente a el y dar vuelta la taza de barney no una sino cuarenta veces repitiendo todos los dibujos que hay, y asombrandome como si los viera por primera vez. Quizas no llegue a tomarse todo el té, quizas yo tampoco me tome el mio. Pero esos quince minutitos sentada frente a el y hablandole son maravillosos. Seguramente va mas alla de merendar para que tenga el etomago lleno (de seguro siempre lo tiene llenisimo). El fin es transmitirle de bien chiquitito que mami siempre va a tener quince, veinte, o eternos minutos para sentarse frente a el y charlar; para estar frente a el y preguntarle por su dia, seguirle la corriente mirando la taza si es que no tiene ganas de hablar, o simplemente estar en silencio haciendonos compañía.